15/2/10

Amor y trabajo

Introducción

Esta historia, transcurrió en fábricas y ha ocupado mi tiempo y mi vida por 40 años.
No se trata sólo un acto nostálgico, es un reconocimiento para todos aquellos que trabajan esforzadamente en alguna fábrica y en especial para los que fueron parte en mi crecimiento, a todos los que alguna vez creyeron en mí y confiaron, a todos los que respete y a los que no, a todos los que me enseñaron y a todos los que enseñe,a todos los que quise, a todas las que amé, a todos los que odié, en definitiva a todos con quienes compartímos nuestras vidas.

La vida en las fábricas es una tremenda escuela, donde salir adelante no es tarea que resulte fácil, la lucha por puestos cada día mas escasos, la aparición de nuevas tecnologías que hacen desaparecer puestos de trabajo de un día para el otro, nuevas generaciones con mejores bases de preparación, hacen que la incertidumbre de tener un trabajo estable sea cada dia mayor. La productividad de la que hoy tanto se habla y requiere, es hacer lo mismo o más con menos personas.

Estas historias son un recuerdo para todos aquellos operarios de las fábricas donde trabajé a quienes siempre respete como pares y luego como subordinados.
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XII Nuevo rubro

Pasé un tiempo sin trabajo y viviendo un infierno en casa, que duró varios meses hasta que un día domingo,me llamó el dueño de una empresa de poleras por recomendación de un amigo mío que vendía hilos.

Esta empresa era la lider en el mercado nacional con una marca muy posicionada hasta hoy día. La fábrica era enorme en comparación a la de uniforme y además muy moderna y quedaba sólo a unas 6 cuadras de distancia de ella. Además aquí las personas que trabajaban eran casi 80 y yo tendría una gran oficina con secretaria y mejor sueldo aún, todo parecía bien.

En esta fábrica irían a cambiar drásticamente mi relación con las operarias y con las empresa. Se me nombro Gerente de Producción y eso me obligó a eternas reuniones con la gerencia y una vez a la semana con el directorio de ella hasta altas horas de la noche.

Algo aquí era constante a la fábrica anterior, el desprecio por los trabajadores y sus necesidades era enorme y el directorio me asignó tareas bien precisas para ser cumplidas dentro del plazo de un año.

Una de las preocupaciones que tenían era la poca productividad y esto sabían que estaba asociado al tipo de salario, todo el personal tenía sueldo fijo sin importar cuanta producción realizaran por lo que debía yo fijar los valores a pagar por cada procesos que se realizara.

Esto se le informó a todo el personal en una reunión ampliada con el Gerente General y de inmediato noté que una vez más mi relación con el personal no iba a ser fácil, empezando por la Jefa de Taller a la que no le caí en gracia y ni siquiera me dirigía una mirada cuando yo le hablaba.

Decidí dejar claro quien era el perro y por lo tanto quien movía la cola y le asigne el trabajo de entregarme detalladamente el inventario de todas las unidades que se encontraban en producción separado por modelo, color y talla. La verdad es que tratándose de prendas pequeñas como eran las poleras y que se transportaban en bolsas, no podía imaginar cuantas prendas habían y me resultaba importante pues sabiendo cuanto se producía diariamente, sabría cuantos días de producción había en un taller que se veía atestado de prendas.

La tarea me parecía extenuante pero igual le solicité la información en 24 horas, cosa que no hizo y tampoco dió explicación por ello.
La cité a los tres días ante el Gerente General para ponerla a su disposición pues a mí no me servía un apersona incapaz de seguir instrucciones básicas.
La cara que puso Rosa (así se llamaba la jefa)podría haberme matado, pero afortunadamente las miradas no logran hacerlo (hubiera estado muerto hace rato)y le manifesto al Gerente que el trabajo se estaba realizando y que estaría para el día siguiente.

Al final del día siguiente ya cuando todos se habían retirado, apareció Rosa con un alto de papeles con la información, le ofrecí asiento que sin mirarme rehusó.
Le di una breve mirada a las hojas y me limite a ver el total general en la última hoja, hecho esto rompí las hojas y las boté al tacho.
Ahora si tenía toda su atención y su odio, me preguntó que para que solicite el trabajo que le tomó todo un día si lo iba a botar y que era una falta de respeto y ya le era imposible contener las lágrimas y lloró desconsoladamente.

Tomó asiento y me aceptó un vaso de agua y yo me limite a decirle lo siguiente:
Rosita, esta es una lección que quiero que aprendas, desde mi llegada has tratado de ignorarme y no aceptarme como tu jefe lo que considero una gran falta de respeto que yo no merezco si tú no me conoces, del mismo modo como es una falta de respeto lo que he hecho contigo.
Te pido que desde ahora nos miremos a los ojos, nos respetemos y queramos y trabajemos estrechamente.
Me miro extrañada y me pidió explicación por eso de quererse y a los dos nos dió una enorme risa que alivio la tensión del momento y me dijo viejo loco.
De ahí en adelante siempre me dijo viejo loco y nació entre los dos una relación de trabajo que recuerdo como una de las más agradables de recordar.

Me dediqué a aprender un rubro que me era absolutamente distinto, pues me entregaban órdenes de producción mensual y la materia prima eran conos de hilado crudo, las que debía apartar por partidas y mandar primero a teñir y luego a tejer (por un lado la tela para el cuerpo y por otro los cuellos y puños), aquí mi secretaria me resultó invaluable, no sólo me dejaba cada mañana mis dos cajetillas de cigarrillos, me daba café cada 45 minutos, sino que sabía exactamente como realizar el trabajo y había estado esperando la oportunidad de mostrarse, y yo amablemente se la dí (suerte para mí,nunca entendí como lo hacía)y sólo le pedía que me explicara para revisar antes de enviar las órdenes de tejido y teñido.
Aquí es donde vale la experiencia con personas, cuando la veía segura de lo que me decía, le ponía el visto bueno y cuando estaba insegura, le preguntaba si lo había revisado bien y partía a ver todo de nuevo y la mayoría de las veces me decía gracias jefe si usted no se hubiera fijado hubieramos metido las patas, gracias a Dios los errores por este concepto nunca fueron relevantes.

Ya al mes me sentía absolutamente seguro de todo lo que tenía a mi cargo y pensé: poleras....es algo tan sencillo.
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14/2/10

XI La marca de ropa de mujer Top

Varias cosas buenas quedaron de esta experiencia en la fábrica de uniformes, aprendí muchísimo de la confección de ropa de mujer, pues solía sentarme al lado de cada maquinistas y miraba como hacían las cosas. Les preguntaba los secretos de cada operación y conocí profundamente a bellas personas como Carmencita que era la operaria de más edad y la que más paciencia y calidad tenía para enseñar a las operarias nuevas, conocí gente muy linda entre estas operarias y el cariño y respeto que nos habíamos profesado era sin lugar a dudas algo que iría a extrañar.

Al par de semanas, el que yo hubiera dejado mi trabajo, se conoció en varias empresas del rubro y empezaron a contactarme. La que más me interesó fue una fábrica de ropa de mujer que había obtenido la licencia para la ropa de mujer de una marca muy conocida en el mundo que incluye ropa interior, jeans, perfumes , etc.

La dueña me dijo que había escuchado hablar bien de mí y deseaba que yo aportara fundamentalmente en la productividad y sobre todo la calidad que les exigia la marca que representaban.

Este taller que sólo tenía una buena marca, estaba ubicada en una gigantesca casona de por lo menos 50 años de antiguedad y la línea de producción avanzaba de habitación en habitación,esto hacia bastante dificultoso deesplazar las prendas, en piezas húmedas, altísimas y muy mal iluminadas.

Desde que ingresé en esta casa,tuve una extraña sensación entre familiaridad y temor y estuve así por varios días hasta que un día en que la dueña me llamó a una de las habitaciones casi secretas donde se desarrollaba el modelaje, me fijé en el techo y vi dibujadas en el figuras que yo recordaba de mi infancia con temor por alguna razón.

Le pregunté de quien había sido esta casa antes de su familia y me comentó que había sido un club social.
De inmediato recordé a una tía que había sido consecionaria de aquel club y que en esa pieza me quedé encerrado a oscuras tomando bebidas a escondidas, mirando esas figuras que me aterraban de niño. Curioso estar aquí 20 años después.

El personal de esta fábrica,había estado trabajando con la dueña por más de 15 años y era primera vez que tenían un jefe, situación que no les agrado y me lo hicieron notar rápidamente haciéndome poco grato el trabajo, que lo único que tenía de bueno para mí es que podía ir caminando desde casa y me demoraba 20 minutos.

La primera dificultad que me encontré, fue encontrar que la cantidad y calidad con que la gente producía era bajísima y parte de esto se debía a que todas las operarias estaban a sueldo fijo y no habían incentivos de producción.

La dueña tenía buenos contactos con las grandes tiendas por lo que rápidamente empezaron a llegar pedidos importantes de prendas.

Estaba por cumplir mi primer mes de trabajo y las exigencias por la calidad me tenían permanentemente enfrentado a las operarias quienes decidieron tomar acciones al respecto.

Una mañana a las 7.30 llegué como todos los días a abrir el taller, encender las luces, prender las calderas de las planchas individuales, disponer la carga de trabajo para cada operaria y hacer un orden general.

Las operarias llegaban un poco antes de las 8 y me extraño su demora aquel día.

A las 9 llegó la dueña y fue de inmediato a ver porque no se escuchaban las máquinas y vió para su sorpresa que no había personal alguno trabajando y sólo estaba yo sentado sobre una máquina. Le dije que no sabía que estaba ocurriendo y nos fuimos a su oficina.

Cerca de las 10 de la mañana, llamó la operaria más antigua manifestando que estaban todas juntas en una plaza cercana a la espera que yo retirara de la fábrica pues era demasiado exigente en términos de productividad y sobre todo calidad.

La dueña sin reflexionar mucho me explicó que estaba agradecida de mi labor en ambos temas, pero que ella vivía de la venta y debía entregar los productos y que en definitiva la gente compra marca y no le importan los detalles de calidad de confección pues no se atreven a reclamar (en esa época los clientes aún no eran "los reyes")y por lo tanto debía prescindir de mis servicios.

Me pagaron el mes completo aunque no lo alcance a cumplir, de hecho ni siquiera firme contrato.

Aquí aprendí y lo seguí haciendo a futuro, el valor que tienen las marcas, son fundamentalemente producto del marketing.
Chile debe ser el país donde más se margina por productos que son comodities o que se pueden traer de cualquier parte del mundo.
Se importan prendas o se producen y se venden luego a entre 5 y 10 veces su costo según la marca que representan.
Un mismo producto que me tocó producir, con una etiqueta X se vendía a $12.000 en barrios periféricos y con una etiqueta Y, se vendía a $30.000 en los mall.

Este corto trabajo me marcó profundamente y por bastante tiempo quede en el limbo sin entender cual era mi real posición como jefe. Anteriormente fui despedido por confraternizar mucho con los operarios y ahora por exigir demasiado (siempre de modo seguro y nunca grosero o a gritos como se acostumbraba).
Además me costó mucho aceptar que un dueño disponga tener una empresa que produce con calidad y que esto pueda ser echado por tierra por las presiones de los trabajadores.

Estuve sin trabajar un par de meses y no me atrevía a presentarme a trabajos que solicitaban jefes, pues no me sentía seguro de como debería proceder y empezé a cuestionarme si este rubro era algo en lo que realmente debería seguir sumándo ahora las relaciones humanas tan complejas a las presiones ya existentes de producir cantidad y calidad.

Estaba entrando en una situación económica complicada y sentía además que estaba cayendo enuna profunda depresión cuando un domingo recibí una llamada.
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13/2/10

X Atracción fatal

La verdad era que la relación en mi matrimonio no funcionaba para nada en la intimidad y empecé a preguntarme que era lo que me atraía de Mónica, porque no era un tema sentimental y tampoco un tema de aspecto físico pues mi esposa era mucho mas atractiva.

Después de un tiempo de darle vueltas al asunto, me di cuenta que un episodio de mi niñez marco mi relación intima con las mujeres.

Fui abusado sistemáticamente por una mujer cuando tenía 12 años y si bien al principio me aterrorizó, al pasar del tiempo, fui encontrando el placer en hacerlo, pero con un sólo tipo de mujer, el tipo de mujer agresiva, decidida y demandante que fue mi maestra y que hace que uno no funcione igual con las mujeres sumisas y que esperan que uno tome la iniciativa.

Monica, era sin lugar a dudas del tipo agresivo y rápidamente me hizo saber que no estaba dispuesta a dejar el asunto en el olvido.

Lo primero fue su intervención en el trabajo. Cada vez que yo debía conversar con alguna operaria en la oficina,entraba con cualquier pretexto a interrumpir y me hacía gestos amenazadores, sobre todo cuando llegó una nueva supervisora.

Amelia, se incorporó como mi mano derecha. Era una atractiva mujer madura, separada y agresiva, que debía pasar largos momentos conmigo planificando y revisando el pago del salario del personal.

Con ella desarrollé una relación de trabajo muy grata y amena, que hacía fácil y exitoso nuestro desempeño.
Al año de nuestra labor conjunta habíamos mejorado enormemente el nivel de calidad y producción del taller que también como empresa alcanzó su máximo desarrollo pasando en un año de 2 a 10 locales de venta, lo que empezó a ser comentado en el medio y puso por primera los ojos sobre nosotros como empresa y su producto y además de quienes estaban a cargo de la producción.

No fue nada fácil este año, Mónica no perdía oportunidad de exigirme más atención y esto empezó a provocarme problemas en mi matrimonio,y me salvó por un tiempo, el mundial de futbol de Argentina.

Aproveche gran parte de los partidos previos y todos los del mundial para ir a "verlos" junto a Mónica a un motel cercano al taller.

Como despúes del mundial dejé de verla, ella a pesar de estar de novia, decidió hacer publica nuestra relación, primero llamando a mi casa y luego comentándolo en la empresa.

Este fué el comienzo del fin de varias cosas. Primero de mi matrimonio ya que mi mujer aunque era y aún es una perdida y se dió aires de señora digna y engañada y segundo, me puso en conflicto con el dueño al que le negué todo.(Recordé a mi amigo Beto que por su experiencia con su señora a la que engañaba permanentemente me decía: compadre, niégalo todo hasta que te pillen con él adentro)

Como la situación entre el dueño (de absoluto corte militar de acuerdo a la época)y el personal era muy mala, el personal decidió formar un sindicato en el más absoluto secreto y decidieron todos los operarios que fuera yo quien lo presidiera.

Se realizó una reunión informativa por parte de la inspección del trabajo en las dependencias de una iglesia que era la única parte segura donde se podían reunir los trabajadores en los años de gobierno militar.
Recuerdo que entrábamos en pequeños grupos al interior de la iglesia a oscuras hasta llegar a una oficina interior donde se nos explicó todo y se aclararon las dudas.

Monica se encargó de contar todo al dueño y al día siguiente a primera hora fuimos despedidos todos los que ibamos a conformar la primera directiva, entre ellos Oscar que había trabajado conmigo antes en la fábrica de confección de hombres.
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12/2/10

IX Una nueva atracción

Nada fue lo mismo en el taller de ahí en adelante.

Yo que almorzaba junto a los directivos y administrativos, me cambie a almorzar con las operarias y la relación con la gerencia pasó a ser cortante y sólo para temas precisos y que requerían coordinación.

Al dueño que le gustaba dar vueltas y estar encima de todo, después del encierro dejó de ir un buen tiempo.

Un día apareció en el taller por el lado opuesto al que yo estaba y me llamó a gritos, desde donde yo estaba le dije que si me requería no me llamara a gritos porque no era sordo.

Pareció como si las máquinistas se hubieran puesto de acuerdo para no hacer funcionar las máquinas y nuestras voces se escuchaban ahora muy fuerte, como correspondía a dos personas de más de 1,80 metros y más de 100 kilos.

Volvió a gritarme y agregó, soy el dueño y grito cuando quiero. Dirigí mis pasos rápidamente hacia él y le grité en su cara:si me vuelve a gritar una vez más lo voy a dejar sentado de un golpe.

Se quedó mirándome con un odio como nadie me había mirado antes y se fué del taller sin decir palabra, las maquinistas retomaron sus labores y de algún modo parecía que las máquinas no tenían sonido.

Ese día estaba usando un vehículo que me había prestado mi hermana como tantas otras veces y llevé como siempre a un grupo de operarias que vivían en un mismo sector.

Mónica estaba sentada en el auto a mi lado con otra persona mas por lo que ibamos bastante apretados, atrás iban cuatro personas más.

Mónica me pidió ir a dejar a los demás primero y ser ella la última y así lo hice.

Cuando se bajó la última me pidió que pararamos un momento a conversar y ese momento cambió todo drásticamente.Se acercó a mi decididamente y me beso, me dijo que estaba muy exitada desde el momento de la pelea con el dueño en la fábrica. Hicimos el amor y la verdad estuvo muy bien, era ella una joven menor que yo bastante voluptuosa y atractiva.

Esta situación me complicó algo pues yo estaba casado hace casi un par de años y ella estaba de novia con una persona que nos brindaba frecuentemente apoyo eléctrico en la empresa, por lo tanto decidí no ir más en auto y evitar así el transportarla junto a las demás y también pensé que mejor no volvería a hablar con ella de este tema.

Debo hacer un paréntesis en las historias de fábricas propiamente tal para
comentar mi matrimonio y la mejor explicación me nace ahora, ya que hace unos días vi por tercera vez la obra "La negra Ester" que cuenta la relación de un cantante con una mujer de un prostíbulo.

Tenía unas amigas de muchos años que eran como la negra Ester y un día en que las visitaba socialmente y no como cliente, apareció Ximena que me deslumbró cuando la ví y me la presentaron como amiga, no se me ocurrió preguntar de donde eran amigas, pero lo debí sospechar al dormir todos juntos desnudos esa noche 5 horas después de conocernos.

Nos casamos a los cuatro meses y lo único bueno que salió de esa relación fue un par de hijos. Una hija muy similar a mí que continúo viendo y queriendo y un hijo igual a su madre, sin valores e inútil al cual no veo.
No pasaron muchos meses y cuando volvía a casa, había siempre nuevos amigos tomando cafe, y eso se fué haciendo habitual y la relación se mantuvo años por nuestros hijos a los que yo dediqué el tiempo de criarlos y entretenerlos mientras viví con ellos, por eso, la aparición ocasional de chicas en las fábricas nunca la sentí como indebido, eran en realidad, relaciones más verdaderas que las que había en mi casa.
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10/2/10

VIII El taller de uniformes

Afortunadamente la salida esa tarde a tomar cerveza era con todo el grupo de trabajo y eso me tranquilizó.

La conversación pasó rápidamente de temas varios a la pregunta que dió origen a esta conversación.
¿de donde venía yo y cual era mi posición frente a las operarias?.

Creo que este momento de algún modo definió mi relación con los trabajadores en adelante, pues si bien me resultó fácil explicar de donde venía y mi experiencia anterior, declarar que era como ellas pero sólo con una cuota de responsabilidad diferente, marco lo que iba a ser una relación muy fluída y cercana por varios años.

De ahi en más siempre estuve considerado en todas las actividades que ellas realizaban y su compromiso conmigo y la entrega de trabajo siempre estuvo presente, yo por mi parte me propuse de que siempre iba a tratar de entregar el trabajo en forma equitativa a todas las personas, aún recordaba a Mafalda y como se afectaba cuando estaba sin trabajo por largos períodos.

Una cosa importante aprendí desde el comienzo en este pequeño taller, cuesta lo mismo hacer las cosas bien o mal,por lo tanto hay que hacerlas bien y desde ese momento de mi vida mi compromiso con la calidad ha sido intransable y le he explicado a todos mis dirigidos la importancia y satisfacción que produce hacer y ser reconocido por hacer las cosas bien.

El premio de un buen trabajo en la empresa en su conjunto,le permitió aumentar ventas y cambiarnos a un taller más grande y aumentar la dotación a 40 personas y yo pasé a ser jefe de un taller más importante.

El cargo de jefe me acercó a áreas que no conocía y de las que me vi obligado a aprender rápidamente (no había google) y recurrí a mi viejo amigo Beto para que me enseñara lo básico en leyes sociales, horas extras. semana corrida y costos.

Aprovechába Beto estas oportunidades encantado y le decía a su mujer que debía trabajar conmigo y salíamos un rato a ver los temas que me interesaban y luego nos ibamos con su novia y su hermana a bailar.

Este tipo de enseñanza era bastante lento pero entretenido y a la larga me sirvió.

Fue aquí cuando por primera vez me di cuenta de las injusticias que se cometen con los operarios en muchas partes.
El cálculo de costos que debía realizar mostraba claramente que de cada prenda, lo que se le pagaba al operario era ridiculamente poco.

El tiempo pasó rápidamente y aprendí en detalle todos los aspectos de la confección de vestuario femenino y la relación con los operarios y operarias era muy fluído y ameno y logre buenas amistades con la mayoría.

Que fascinación me producía ver el taller con hartos operarios, todos con mucho trabajo y el saludable sonido de las máquinas funcionando de manera constante.

Todo era demasiado bueno pero después de un año, al dueño del taller que además tenía otro trabajo, lo despidieron y apareció a trabajar permanentemente con nosotros.

El dueño del taller era una persona realmente despreciable,abusadora y para mí, carente de un mínimo de valores morales dados los abusos que realizaba sobre todos nosotros.

En una oportunidad que se le presentó un requerimiento a última hora, me llamó una hora antes del término de la jornada para pedirme que avisara al personal que nos retiraríamos sólo cuando el trabajo estuviera listo.

Le hice notar que el trabajo solicitado era para una jornada completa de trabajo y que era imposible lograrlo, me contestó secamente: ¿no puedes cumplir una orden y avisar al personal?

Lo que pasó de ahi en adelante es lo más infame que me ha tocado vivir.
Le avisé a todo el personal del requerimiento del dueño y las operarias me pidieron avisar al dueño que estaban dispuestas a quedarse sólo 2 horas porque tenían que llegar a sus casas a laver,hacer comidas y otras labores de dueña de casa.

Me dirigí a la oficina del dueño y con estupor me di cuenta que no podía salir del taller, nos habían encerrado con llave.
Por el citófono el dueño me dijo que ibamos a estar así hasta que estuviera listo el pedido que era una propuesta de uniforme que debía ser presentada a primera hora de la mañana.

Desgraciadamente, aún no se habían inventado los celulares y acortando la historia, entre enojos llantos y demases, terminamos cerca de las 4 de la mañana y nos dieron dinero que alcanzaba sólo para tomar dos taxis y éramos mas de 15 los que estaban necesitando de uno y para distintas direcciones.

El barrio donde estaba el taller era a dos cuadras del cementerio y no era bueno que nadie se quedara solo esperando por lo que caminamos varias cuadras hasta llegar a un sitio más seguro.

La mayoría llegó a sus casa sólo para cambiarse de ropa, muchas golpeadas por llegar sin aviso a esa hora, pero todos de vuelta a las 8.15 al día siguiente, el rencor que produjo este hecho traería consecuencias más adelante.

Hoy 30 años después, el dueño es Gerente de local en una de las dos más importantes multitiendas de Santiago y realmente se requiere de un tipo como él para obligar a las personas a cumplir prolongados turnos de trabajo bajo ambientes poco gratos y de mucho temor,como él sabe generarlos y así me lo han corroborado algunas vendedoras cuando he ido como cliente.
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9/2/10

VII La primera jefatura

Para todo el mundo que me conocía siempre les comenté que estaba bien y tranquilo con mi decisión aunque por adentro me consumía la angustia.

Se produjo un espacio de dos semanas entre que dejé mi trabajo en la fábrica y el día en que debía empezar en el taller.

Como lo he hecho hasta ahora cuando debo tomar alguna decisión importante o enfrentar algo nuevo, me dedico a dar largas caminatas y analizar , cuales eran las lecciones de mi trabajo anterior y que era lo importante de corregir y que era importante consolidar para enfrentar mi nuevo trabajo.

Estamos hablando de mediados de los 70 y no existían varias procesos que hoy son normales,por ejemplo, no había un uso importante de los curriculum, ni menos sicólogos laborales, test,departamento de recursos humanos,etc.

Las empresas tenían un importante grado de informalidad, no todas hacían contratos ni todas tenían el respaldo económico para tener todos los puestos de trabajo cubiertos y tampoco habían suficientes técnicos especialistas.

Era así como para reparar las máquinas de costura se contaba con mecánicos que venían a visitar la empresa una o dos veces por semana, equipos de planchadores a los que se le juntaban las prendas grandes como eran los abrigos o las chaquetas para un día de la semana, etc.

De esta gente aprendí mucho y me di cuenta que contar con ellos y su respaldo era vital en esta época y les dedique siempre mucha y buena atención, porque ellos me traían información y contactos de otras empresas del ramo y estabamos al tanto de los adelantos que otros iban realizando, del mismo modo que llevaban nuestras buenas ideas a otros lados, eran como el internet de nuestros días.

Además, los que eran buenos en sus rubros, eran muy respetados y escuchados a la hora de sugerir a alguna persona para algún puesto.
Recuerdo cuan orgulloso me sentí cuando contrataron a una persona que yo recomendé, sentí realmente el poder que puede llegar a tener uno en la vida de otras personas.

Particularmente con un mecánico logré una buena conexión y relación de confianza y me recomendó a muchas partes en mi vida laboral y yo lo llevé también conmigo a muchas partes como mecánico (me decía una mano lava la otra y las dos lavan la cara)

Me dí cuenta que con rigor y seriedad se podía salir adelante en un medio donde los salarios no eran altos.
En particular este mecánico que era muy metódico, era el único en su rubro que tenía vehículo por lo que decidí fijarme bien como hacía las cosas e iba a tratar de repetirlas.

El era un buen ejemplo pues a diferencia mía y de mis compañeros, cuando nos acompañaba a nuestros viernes de salidas al lugar habitual, siempre se retiraba a una hora temprana, nunca ebrio ni gastaba lo que no tenía, a diferencia de la mayoría que llegaba recién pagado a cancelar lo que había estado tomando durante la semana y empezaba ya a anotar deuda de bebida para la semana siguiente y estábamos pidiendo anticipo a mediados de semana.

Esto era algo que me prometí cambiar, sobretodo porque me había puesto de novio con una muchacha que había conocido en un ambiente muy distinto al de las fábricas e iba a necesitar responsabilidad y una cierta solidez económica.

Con esta claridad y determinación llegué a mi nuevo trabajo en un taller realmente pequeño y donde se almorzaba en las máquinas porque no había otro espacio posible.

Como la entrevista con la dueña había sido en su oficina en el primer piso y era mi primer trabajo, no se me ocurrió preguntar como era el taller y si podía visitarlo, además en la entrevista traté de mostrar conocimiento y control ante cualquier situación.

El taller era pequeño con 10 operarias un cortador y un ayudante del cortador y el espacio donde trabajabamos era en un altillo con un espacio de 4 por 6 metros, apenas me podía mover entre las máquinas y no había espacio para que yo pudiera tener una silla, menos un escritorio y todos compartíamos un baño.

De inmediato sentí el peso de la jefatura, no sólo porque las operarias me llamaran jefe, sino porque pasé de inmediato a ser el responsable de que el taller pudiera entregar a tiempo lo que estaba comprometido con los clientes y esto era algo que a mí nunca me había tocado ver.

Venía de una fábrica de ropa de hombre y ahora como jefe era el responsable de la calidad y cantidad que debía producir un taller de ropa de mujer donde por primera vez en mi vida veía como se hacía una blusa, una falda o un vestido.

La situación me produjo bastante temor, pero ya tenía cierta experiencia en este rubro y sabía que mi poder sobre las operarias y operarios era inmensa. En esos días sin mayor trámite un jefe despedía a un operario sin dar muchas razones a nadie sólo por el hecho de ser jefe y así decidirlo.

Como no había mucho espacio donde estar, pasaba gran tiempo al lado de cada operaria haciendo como si revisaba lo que hacía cuando en realidad lo que hacía era aprender.

Orlando se llamaba el cortador y me entregaba lo que iba cortando para que yo lo distribuyera y el primer paso era dárselo a Mónica la overlista, que tenía mucha experiencia y me explicaba con detalle  su trabajo y cada uno de sus procesos para demostrarme que sabía: Me indicaba a que parte se le pasaba la overlock y a cuales no, fue de gran ayuda para mí y a la semana ya sabía claramente esta parte del proceso. Además como llevaba ella un par de años allí, sabía a quién se le entregaba cada tipo de prenda y en realidad durante un par de días casi parecía su ayudante.

Al final de la segunda semana ya tenía absolutamente controlados todos los procesos del taller y todo funcionaba bien. Al finalizar la jornada del viernes, Mónica me ofreció un chicle que acepté y al momento de tomarlo, ella tomó mi mano y sin soltarla me miró fijamente y me invitó a que fuéramos a tomar una cerveza.
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