15/2/10

XII Nuevo rubro

Pasé un tiempo sin trabajo y viviendo un infierno en casa, que duró varios meses hasta que un día domingo,me llamó el dueño de una empresa de poleras por recomendación de un amigo mío que vendía hilos.

Esta empresa era la lider en el mercado nacional con una marca muy posicionada hasta hoy día. La fábrica era enorme en comparación a la de uniforme y además muy moderna y quedaba sólo a unas 6 cuadras de distancia de ella. Además aquí las personas que trabajaban eran casi 80 y yo tendría una gran oficina con secretaria y mejor sueldo aún, todo parecía bien.

En esta fábrica irían a cambiar drásticamente mi relación con las operarias y con las empresa. Se me nombro Gerente de Producción y eso me obligó a eternas reuniones con la gerencia y una vez a la semana con el directorio de ella hasta altas horas de la noche.

Algo aquí era constante a la fábrica anterior, el desprecio por los trabajadores y sus necesidades era enorme y el directorio me asignó tareas bien precisas para ser cumplidas dentro del plazo de un año.

Una de las preocupaciones que tenían era la poca productividad y esto sabían que estaba asociado al tipo de salario, todo el personal tenía sueldo fijo sin importar cuanta producción realizaran por lo que debía yo fijar los valores a pagar por cada procesos que se realizara.

Esto se le informó a todo el personal en una reunión ampliada con el Gerente General y de inmediato noté que una vez más mi relación con el personal no iba a ser fácil, empezando por la Jefa de Taller a la que no le caí en gracia y ni siquiera me dirigía una mirada cuando yo le hablaba.

Decidí dejar claro quien era el perro y por lo tanto quien movía la cola y le asigne el trabajo de entregarme detalladamente el inventario de todas las unidades que se encontraban en producción separado por modelo, color y talla. La verdad es que tratándose de prendas pequeñas como eran las poleras y que se transportaban en bolsas, no podía imaginar cuantas prendas habían y me resultaba importante pues sabiendo cuanto se producía diariamente, sabría cuantos días de producción había en un taller que se veía atestado de prendas.

La tarea me parecía extenuante pero igual le solicité la información en 24 horas, cosa que no hizo y tampoco dió explicación por ello.
La cité a los tres días ante el Gerente General para ponerla a su disposición pues a mí no me servía un apersona incapaz de seguir instrucciones básicas.
La cara que puso Rosa (así se llamaba la jefa)podría haberme matado, pero afortunadamente las miradas no logran hacerlo (hubiera estado muerto hace rato)y le manifesto al Gerente que el trabajo se estaba realizando y que estaría para el día siguiente.

Al final del día siguiente ya cuando todos se habían retirado, apareció Rosa con un alto de papeles con la información, le ofrecí asiento que sin mirarme rehusó.
Le di una breve mirada a las hojas y me limite a ver el total general en la última hoja, hecho esto rompí las hojas y las boté al tacho.
Ahora si tenía toda su atención y su odio, me preguntó que para que solicite el trabajo que le tomó todo un día si lo iba a botar y que era una falta de respeto y ya le era imposible contener las lágrimas y lloró desconsoladamente.

Tomó asiento y me aceptó un vaso de agua y yo me limite a decirle lo siguiente:
Rosita, esta es una lección que quiero que aprendas, desde mi llegada has tratado de ignorarme y no aceptarme como tu jefe lo que considero una gran falta de respeto que yo no merezco si tú no me conoces, del mismo modo como es una falta de respeto lo que he hecho contigo.
Te pido que desde ahora nos miremos a los ojos, nos respetemos y queramos y trabajemos estrechamente.
Me miro extrañada y me pidió explicación por eso de quererse y a los dos nos dió una enorme risa que alivio la tensión del momento y me dijo viejo loco.
De ahí en adelante siempre me dijo viejo loco y nació entre los dos una relación de trabajo que recuerdo como una de las más agradables de recordar.

Me dediqué a aprender un rubro que me era absolutamente distinto, pues me entregaban órdenes de producción mensual y la materia prima eran conos de hilado crudo, las que debía apartar por partidas y mandar primero a teñir y luego a tejer (por un lado la tela para el cuerpo y por otro los cuellos y puños), aquí mi secretaria me resultó invaluable, no sólo me dejaba cada mañana mis dos cajetillas de cigarrillos, me daba café cada 45 minutos, sino que sabía exactamente como realizar el trabajo y había estado esperando la oportunidad de mostrarse, y yo amablemente se la dí (suerte para mí,nunca entendí como lo hacía)y sólo le pedía que me explicara para revisar antes de enviar las órdenes de tejido y teñido.
Aquí es donde vale la experiencia con personas, cuando la veía segura de lo que me decía, le ponía el visto bueno y cuando estaba insegura, le preguntaba si lo había revisado bien y partía a ver todo de nuevo y la mayoría de las veces me decía gracias jefe si usted no se hubiera fijado hubieramos metido las patas, gracias a Dios los errores por este concepto nunca fueron relevantes.

Ya al mes me sentía absolutamente seguro de todo lo que tenía a mi cargo y pensé: poleras....es algo tan sencillo.

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