30/1/10

VI El gran salto

Mientras hacía mis trabajos rutinarios, observaba con gran cuidado el trabajo y desempeño de las jefaturas de sección "mas básicas", tomando nota de las destrezas que había que tener, los conocimientos que debía adquirir y cuales eran las actividades más relevantes y que requerían de mayor control.

Me dí un año de plazo para tener este objetivo logrado, tiempo durante el cual me dedique a buscar información y tome clases privadas que les pagué a otros jefes de fábricas similares con los que tenía amistad y en institutos de diseño.

De pronto un día, recordé un dicho:"mas vale ser cabeza de ratón que cola de león", y le dió sentido a mi plan; ya no sería el último o de los últimos en una gran empresa, sería el primero en una pequeña.

Me había dado cuenta que la mayoría de los encargados y jefes tenían su historia en las empresas partiendo igual que yo lo hiciera, no había ni mayor estudio ni más preparación, sólo esfuerzo y una cuota de responsabilidad sobre el promedio general.

La interacción con mujeres (la mayoría madres solteras y/o separadas) en la fábrica, me abrió posibilidades de tener encuentros de todo tipo, tenía un grupo con el que salíamos cada día de pago semanal.

Y como no, si lo normal en una fábrica donde se está gran parte del día,  y que para la comodidad de una labor de bastante movimiento y desgaste físico, muy ligero de ropas y en ambientes (previos a las cámaras de video) donde los casinos, bodegas, vestidores y otros ,siempre fueron el espacio propicio para encuentros fugaces (y no tan fugaces) que continuaban después del pago semanal en reuniones de camaradería y romance.

Aquí aprendí todos los tipos de relaciones posibles como compañerismo, amistad, afecto, romance, amante,etc., mucho de ellos con muchos años de duración.

Este conocimiento como protagonista del ambiente interno, con toda seguridad me sirvió después cuando debí aconsejar a tanto joven que ingresa a este mundo de las fábricas y que pierde fácilmente el rumbo.

Comenté antes que la mayoría de las mujeres en este rubro están solas y por lo tanto muy frágiles ante cualquier oferta de los hombres y la cantidad de niños que vi llegar después de acaloradas promesas, son tan grandes que ocuparían algo así como una guía telefónica.

Tantas veces vi a compañeros desaparecer del trabajo para no hacerse cargo de un hijo, tantas veces vi mujeres que creyeron y fueron madres de dos, tres y hasta cuatro niños de distintos hombres y siempre las vi salir adelante con una entereza impresionante.

El mundo de las fábricas esta hecho para personas con fortaleza, la necesidad de los que están allí es grande, las posibilidades no son iguales para todos y la lucha por conseguir un buen sustento a veces esta en borde muy fino entre lo moral e inmoral, entre lo legal e ilegal.

Se habla en muchas partes de las mujeres que trabajan en las fábricas como "las fabricanas" dandole a este término un aire despectivo. Quienes lo ocupan realmente no saben el tremendo caracter y la voluntad que hay detrás de cada mujer en una fábrica, no es un trabajo para débiles.

De este ambiente lucran muchos de modo indebido pero para los que están inmersos en él, con el tiempo es parte del paisaje y en realidad hay quienes lo encuentran hasta normal.

Se aprovechan operarios para extender jornadas por percibir esas codiciadas horas extra.

Se aprovechan algunos supervisores para exigir desempeños y horarios de trabajo más allá de lo legal.

Se aprovechan las empresas que parten haciendo sus recortes en los salarios y despilfarran en eficiencia y productividad.

En un cuaderno detalle todos los trabajos que fui capaz de identificar como distintos en la fábrica, fui anotando el nivel de ingresos que se recibía por ellos y lo más importante, fui describiendo cuales eran las habilidades y conocimientos que había que tener para desempeñarlas.

Otro rápido aprendizaje, en una fábrica los que tienen los puestos mejor remunerados, sólo dejan su puesto......muertos.

Durante este período, recuerdo haber escuchado a muchos reclamar por falta de oportunidades ya que llevaban años desempeñando la misma labor sin posibilidad de cambio, no estaba dispuesto a que me ocurriera lo mismo y tomé la decisión.
Dicho y hecho, salí a buscar trabajo como jefe en talleres pequeños, saltaría de una fábrica de 300 personas a un taller de hasta 25 personas.

No pasó ni una semana desde que me propuse buscar trabajo hasta que lo encontré, iba a ser el jefe de taller de una pequeña empresa de uniformes con 15 operarios.
La remuneración iba a ser mejor y ahora sería jefe, un cambio que a mis 22 años me llenaba de orgullo por lo que significaba este reconocimiento.

Presenté mi renuncia y tomé en ese momento una determinación que me ha acompañado toda la vida. Si tienes una oportunidad, juégatela y no te preocupes de los años trabajados para cobrar indemnización en el caso de ser despedido, al hacerlo sólo hipotecas tu futuro y desarrollo.

A tantos amigos los volví a ver después de 10, 15 y más años, aún haciendo lo mismo que cuando los conocí, con la famosa frase, no me voy porque me deben tantos años que los pierdo si renuncio.

Tantos que conocí y les escuché la misma frase y muchos de ellos con capacidades iguales a las mías y más de alguno con conocimientos y experiencias superiores, que fueron mis maestros y terminaron casi en la indigencia, sobre todo cuando en los 80 y su crisis, quebraron muchas fábricas que no les pagaron nada, que pena que no hayan tomado el riesgo .

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