15/1/10

IV Mi primer trabajo importante

Esta oportunidad de ayudar a Rodolfo fue mi trampolín.

No sólo lo hice bien y rápido sino que a las semanas ya me encontraba cortando producción en forma paralela a Rodolfo, teniendo cada uno una línea de productos a cargo.
Nada mal pensaba para mis adentros pues recien cumplía dos años en la empresa.

El reconocimiento de mis habilidades por parte de Rodolfo y la existencia de trabajo para dos cortadores, lo alivió y se dedicó a aconsejarme y guiarme en los secretos de este trabajo y así basada en la confianza y respeto, nació una gran amistad que perdura hasta hoy día en que ambos somos ya abuelos.

Esta labor de cortador realmente me cautivó y me dí cuenta que me era muy natural ocupar la máquina y que afortunadamente no cometía errores.

Al cumplir el primer año fui reconocido por mis avances, se mejoró mi salario y fui reconocido como cortador que pasó a ser mi primer título laboral de importancia.

Recuerdo que al día siguiente de mi nombramiento, durante la hora de almuerzo Mafalda se me acercó para decirme que debíamos festejarlo el sábado siguiente.
Le conté que había una orden especial que debía cortar el sábado y que vendría a trabajar solo casi todo el día (la fábrica no trabajaba en día sábado), recuerdo como acarició mi mano y me dijo que estaba bien .

El comentario obligado del almuerzo en esos días era el festival de Viña del mar 1972 que ganó Julio Bernardo Euson con la canción Julie y la actuación de Bigote Arrocet.

Cuando me encontraba sólo trabajando el día sábado (cosa que siempre me asustaba por lo enorme de la fábrica y el ruido de los ratones), escuche golpear la puerta, al abrir vi que estaba Mafalda con una sonrisa que me sorprendió y asustó. No quería imaginar que podría pasar si a alguien se le ocurriera venir,¿cómo explicaba su presencia allí?.

Ella con más experiencia y desplante que yo, entró cerró la puerta y después de besarme apasionadamente me tomó de la mano y me llevó hacia el interior de la empresa directamente a los vestidores.

Sin ninguna verguenza se desnudó rápidamente y me ayudó a hacer lo mismo y me guió a las duchas.
La verdad recién ahí note el calor que hacía y estar con ella abrazados desnudos bajo el agua fría, era un placer que nunca había experimentado.

La imágen desnuda de Mafalda, delgada, alta y morena, jamás la he podido olvidar. No me dí cuenta cuanto rato estuvimos allí, sí recuerdo que hicimos el amor un par de veces y nos duchamos otras tantas veces y todo parecía perfecto hasta que escuché a lo lejos golpear fuertemente la puerta de la fábrica.

El pensamiento que hubiera llegado a vigilar el Gerente o alguna jefatura y que podrían haber estado golpeando hace mucho tiempo me hacía casi salir el corazón del pecho.

Tal era mi nerviosismo que no me di cuenta que me vesti sin secarme. Le pedí a Mafalda que se quedara inmóvil dentro de la ducha sin hacer el más mínimo ruido y fui resueltamente a abrir la puerta donde alguien aún golpeaba con insistencia.

Recién al caminar hacía la puerta noté que estaba completamente mojado y trataba de preparar alguna explicación lógica para mi demora en abrir y esta facha toda mojada para el gerente que era la única persona que se me ocurría podía venir a golpear a la fábrica cerrada en un día que no se trabajaba.

La verdad es que de todas las personas que pensé que podrían estar golpeando, nunca imaginé ver a quién ví al abrir, me quede congelado y sin habla, y tratando de saludar sólo logre balbucear incoherencias hasta que la señora Rosario me interrumpió.

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