4/1/10

I 1970 Los comienzos

Es difícil olvidar a pesar de los años, la primera vez que ingresé en una fábrica a inicios de 1970.

Era muy joven, sólo había terminado la escuela y este era mi primer trabajo, en una fábrica de confecciones.

No tenía la menor idea de este rubro, ni siquiera sabía que era lo que yo quería pero, el azar me trajo sin saber adonde comenzaría un camino de 40 años.

No existían aún los barrios industriales por lo que las fábricas se encontraban diseminadas fundamentalmente, en sectores de grandes casonas antiguas o galpones antiguos en desuso.
Esta fábrica se encontraba inserta en el barrio matadero y no era un sector muy seguro para quien no lo conocía, sin embargo, era el lugar ideal para tomar un desayuno componedor antes de ir a trabajar cuando uno había trasnochado y tomado una copa de más en días de semana.

Yo encontraba increíble poder tener un trato con adultos de igual a igual, poder llamarlos por el nombre y no como señor o señora, me costó bastante dejar el trato de usted por el de tú.

Lo primero que me llamó la atención fue la cálida recepción de mis compañeros. A medida que los iba conociendo, cada uno me entregaba distintos consejos con la intención de ayudarme en mi trabajo, y que yo con mi inexperiencia e ingenuidad agradecía.

Porque la verdad, debe pasar algún tiempo (si es que uno dura tiempo en ese trabajo) para poder evaluar cuales de aquellos consejos son valiosos y cuales no. Cuales son los que nacen desde el resentimiento hacia los jefes y la empresa y cuales nacen de la experiencia y sabiduría que hacen posible la supervivencia en un medio muchas veces hostil.

Además, ¿porqué hacer caso a tanta recomendación? , si yo había partido trabajando por la necesidad de trabajar, ¿tendría necesariamente que gustarme aquello en lo que estaba empezando?

Como en toda fábrica de la época, mi incorporación y enseñanza le fue derivada a un empleado de confianza de la gerencia. En mi caso fue a Rodolfo, el jefe de corte que requería de un ayudante. La explicación del Gerente fue breve, "él te va a decir que hacer". Así se aprendía antes, recibiendo directamente de un "maestro" el conocimiento de todos los secretos y mañas de un oficio.

Como este era mi primer trabajo vi en Rodolfo al maestro que me iba a abrir los ojos y enseñar, cosa que después de un tiempo efectivamente hizo. Pero la verdad era un cabrón y las labores que me asignó fueron sin lugar a dudas aquellas que él detestaba. Horas y horas contando etiquetas, botones y distintos materiales en una bodega en la que de tanto en tanto correteaban las ratas más grandes que hubiera visto hasta entonces.

Rodolfo se divertía mucho conmigo y me mandaba a la bodega especialmente cuando había un olor nauseabundo del que no me explicaba su origen.
Después supe que correspondía a las ratas que morían a causa del veneno y estaban en estado de putrefacción.

A la hora de almuerzo, compartíamos todas las secciones en un comedor común y en la conversación diaria empecé a tener amistad con varias personas, en especial con una overlista Mafalda, una hermosa morena 10 años mayor que yo y que ya tenía 3 hijos (todos de distinto padre según me contó después).
Dentro de lo primero que me enseño y me resultó de gran utilidad, era distinguir la calidad de cocción de mi comida y eso definía si mi marmita la debía colocar bajo o sobre la caldera o si debía ponerla al inicio de la jornada o a media mañana.

Al cabo de unos meses esperaba con ansias su no muy discreta seña cuando debía ir a la sala de caldera a media mañana. Colocar la marmita tomaba 20 segundos, besarnos y tocarnos 4 minutos, para estar de vuelta en 5 minutos en mi puesto de trabajo, además debíamos darle el tiempo a muchos otros que hacían lo mismo, los con más confianza y años de compañerismo iban en grupo.

Eran los inicios de los 70 y me dí cuenta recién a mis 18 años, que no todos sabían leer y escribir, situación que me aterrizó a una realidad para mi desconocida y que me produjo un gran impacto.

Lo que si  todos tenían claro, era por quien iban a votar para presidente en el mes de Septiembre, yo no entendía mucho y no me interesaba, cumplía los 18 días después de la votación y por lo tanto no tenía aún derecho a voto. Los candidatos eran Allende, Alesandri y Tomic.

Al poco tiempo de compartir con mis compañeros, me di cuenta que no todas las personas sentían lo mismo por el trabajo, algunos estaban claramente de paso mientras conseguían otro trabajo, otros estaban allí para poder pagar sus estudios en temas distintos a la confección y un último grupo en general los que provenían de padres o madres que habían hecho lo mismo que ellos, veían esta fábrica como el lugar donde iban a estar toda su vida.

Aún habiendo tenido todos las mismas posibilidades, vivían realidades familiares y económicas muy diferentes y se agrupaban y relacionaban de acuerdo a sus intereses, no tomaba mucho tiempo descubrir los parentescos, los compadrazgos, los padrinos y madrinas de matrimonio, etc.
Algunos ya estaban trabajando juntos 20 años y conocían sus casas, sus hijos y compatían incluso casa o vivían muy cerca uno de otro, lo que explicaban era una ventaja para cuidar a los niños.

Me centré entonces en escuchar y conversar con aquellos más antiguos y que además habían resuelto de la manera más exitosa posible sus vidas y percibí que a pesar de sus privaciones y frustraciones, sentían que su compromiso con el trabajo se había visto recompensado con la posibilidad de haberles dado educación a sus hijos cosa que para la mayoría de ellos nunca existió.

Porque si hay algo interesante en una fábrica, es observar que a pesar de ser todos operarios, se dividen y agrupan de manera muy notoria de acuerdo a sus intereses y situación familiar.
Es muy distinta la actitud y responsabilidad de aquellos que tienen una familia formada e hijos de aquellos que como yo nos estamos iniciando en el mundo laboral y el salario que recibimos, es nuestro primer dinero y no siempre su primer destino es el ahorro, mas bien esta destinado a la diversión y adquisición de los primeros "lujos" personales, asi compre en varias cuotas mi primer reloj.

Las diferencias entre estos distintos grupos llega a ser a veces motivo de profundas discusiones y peleas que llegan a veces a situaciones increíbles que contaré después.

Sabía leer y escribir y no era flojo, empezó a serme grato el ambiente de la fábrica, el vapor de las planchas y su humedad, los distintos ruidos de cada máquina, la radio que siempre tocaba rancheras,tangos,Buddy Richard  y Jose Alfredo Fuentes, las órdenes gritadas a través de las secciones. Todos estos sonidos al poco tiempo desaparecieron para transformarse en un latido, que al escucharlo, me indicaba si todo estaba funcionando bien o no y podía mantener conversaciones sin gritar como lo hacía cuando recien llegué.

Decidí entonces a mis 18 años, tomar una decisión que marcaría mi vida.

Porque todo esto me fascinó tanto que soñaba con dirigir alguna vez una fábrica así, y fue entonces que decidí que algún día me iba a transformar en Gerente de una fábrica y que por lo tanto iba a aprender y estudiar lo que fuera necesario para ir pasando etapas para lograrlo no importando cuando, me prometí que me iba a permitir desviarme alguna vez pero, siempre tendría claro mi meta final.

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